El 3 enero de 1932 a las 3 de la madrugada Mario, Eduardo y Roberto, hermanos Kennedy –parte de un movimiento subterráneo para liberar a Yrigoyen preso en Martín García–
tomaron el centro de la ciudad de La Paz, Entre Ríos.
Los hermanos Kennedy no fueron ni terroristas, ni aventureros delirantes. Fueron ciudadanos preocupados por la vida social del país.
Cuando Yrigoyen es derrocado por el golpe del 30, Eduardo Kennedy viaja a Europa y en los Foros de Derechos de Hombre, reclama por el avasallamiento forzoso de un gobierno constitucional.
Eduardo (1886) y Mario (1889) fueron educados en principios sanos de justicia y solidaridad. Al igual que Roberto (1884), pero éste era de un apasionamiento más fuerte, recio, enamorado de las faenas del campo, gran tirador y excepcional jinete. Habían nacido en la Estancia familiar “Los Algarrobos” del distrito Estacas, del departamento entrerriano de La Paz. Una hermosa mistura de sangre criolla e irlandesa. Hijos de Carlos Duval Kennedy y de Rufina Cárdenas, por ésta emparentados con Berón de Astrada, fundador de La Paz.
La dictadura de Uriburu es seguida por el fraude electoral que caracterizará a la década, y “gana” con ese pecado original el general Justo. Los hermanos deciden insurreccionarse. Se integran a la “resistencia radical”, común a los levantamientos de 1930 a 1934, teniendo en vilo al poder oligárquico.
La sublevación se produce los primeros días de 1932. Las fuerzas insurrectas deben tomar Concordia (E. Ríos) y marchar a la Capital Federal. Estaban complotados los generales Toranzo, Ábalos, los tenientes coroneles Gregorio Pomar, Roberto Bosch y los civiles Dr. Erro, Eduardo, Mario y Roberto Kennedy.
En intento en Concordia fracasó, pero los hermanos Kennedy sublevaron La Paz, ignorando el primer suceso.
La idea inicial fue impedir las elecciones nacionales fraudulentas del 8 de noviembre de 1931. Se postergó. Se eligió el 3 de enero de 1932 a las 3 de la madrugada, con el objeto de impedir que en febrero asumiera Justo, el presidente electo fraudulentamente. Eran 60 los adscriptos a la revolución de La Paz.
El asalto a la comisaría de La Paz (defendida por 25 hombres, sumando las tres guardias) fue realizada por seis revolucionarios, entre ellos los tres hermanos Kennedy, que a punta de pistola y de máuser vencieron la resistencia. Mueren el comisario y tres agentes policiales.
La ciudad ha sido tomada por sólo 16 revolucionarios. El éxito inicial se disipó cuando se comprobó que el intento de Concordia, dirigido por el teniente coronel Gregorio Pomar, fracasó.
En La Paz, los hermanos Kennedy se hacen cargo de jefatura, y otros grupos ocupan el Correo, la Compañía Entrerriana de Teléfonos y Telégrafos de la provincia, e ingresan en la sala de armas del Tiro Federal, retiran armamento y municiones. Difunden una proclama.
A media mañana siguen dueños de la situación, mientras que el gobierno provincial, ya está advertido de la revuelta. El primer avión de Paraná a La Paz, sobrevuela la ciudad y arroja proclamas del gobernador Etchevehere y del general Bruce, comandante de 3ª división del ejército con asiento en Paraná.
Los hermanos Kennedy, al enterarse del fracaso del movimiento revolucionario en todo el país abandonan la ciudad en búsqueda de Puerto Algarrobo, territorio de su propiedad.
Pasadas las 2 de la tarde, la rebelión había sido sofocada, pues con la ausencia de los Kennedy las fuerzas civiles revolucionarias se rinden.
Uriburu mandó sobre La Paz cinco aviones de la base aérea de El Palomar y dos hidroaviones desde Punta Indio.
Los dos días siguientes, aviones de Paraná bombardearon y ametrallaron parajes como El Pajonal y la costa e islas del Paraná, creían ocultos allí a los Kennedy y sus amigos.
El día 6 una comisión policial, a poco de andar, en El Quebrachal, cercano a Puerto Esmeralda, se encuentran y tirotean con los sediciosos. Los Kennedy, con su extraordinaria puntería, abatieron a cuatro policías y al alcahuete del empleado municipal Lucio Sandoval.
El jefe policial, que salvó la vida milagrosamente, inicio la retirada en búsqueda de refuerzos. Después de la refriega, los Kennedy emprendieron la fuga por quebrachales y pantanos, esquivando a las partidas represivas. El ministro de Guerra dispuso que el comandante de la III división, gral. Bruce se encargara de la investigación. Enviado el cnel. Carlos Gómez, instalo su despacho en la jefatura de policía. Llegó al lugar el aviso N° 5 de la armada nacional para patrullar las costas e isla Curumachal, donde presumiblemente se habían internado los Kennedy. Además, se trasladó por agua una lancha de la subprefectura de La Paz, con el alférez de fragata Escalera con un piquete de trece hombres. Todo el aparato represivo el Estado no alcanzó (tan ineptos como siempre ¡Por suerte!).
Los hermanos fueron al Sur, luego al Norte, y Eduardo, con su pie dislocado, pasó a Corrientes cruzando el Guayquiraró con una sola mano (con la otra sostenía armas y municiones) y con fingida para evitar el ataque de los yacarés.
Luego, vendría el cruce del Uruguay, quedando a salvo de las fuerzas represivas.
El exilio duraría hasta 1937, año en que en virtud de la Ley de Amnistía sancionada por el Congreso de la Nación, los hermanos Kennedy retornan a su patria.
Su gesta fue para restaurar la democracia, cumpliendo con el mandato de Yrigoyen. Pero el radicalismo ya entraba en declinación, controlado por Alvear.
De esto no deben saber nada los fascistas, que se dicen radicales, Ernesto Sanz y Gerardo Morales, el qué sí debe saber y seguramente lo reivindica es un verdadero yrigoyenista-alfonsinista como Leopoldo Moreau, quien sabe leer la historia nacional y popular.