Enrique Mosconi, en 1910 patentó en Alemania y cedió al Ministerio de Guerra de la Argentina, un dispositivo para cambio de trocha en rodados militares.
Su nombre completo era Enrique Carlos Alberto Mosconi. Nació en Buenos Aires, en una casona de la avenida Rivadavia, hijo del ingeniero italiano -dedicado al tendido de vías férreas-, del mismo nombre –Enrique Mosconi- y de María Juana Canavery, argentina de ascendencia irlandesa. Tenía dos hermanas mayores y dos hermanos menores. Su padre lo quería médico y su madre militar, por la tradición inculcada por su tío, Ángel Canavery, deshonrosamente partícipe de la Campaña al Desierto.
Hizo su bachillerato en el colegio San José. En 1891 ingresó al Colegio Militar. Se graduó tres años después como subteniente de infantería con diploma de honor. Cumple servicios en el Regimiento 7° de infantería de Río Cuarto, provincia de Córdoba.
Tenía 18 años y redactó un reglamento para infantería de campaña, pasaje de curso de agua usando puentes y el manejo. Se perfila su inclinación a lo tecnológico.
En 1896 ya es teniente, viene a Buenos Aires y se inscribe en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, sigue la carrera de Ingeniería, de allí egresa como ingeniero civil, y, a los 25 años se lo reconoce como ingeniero militar.
Es destinado al Estado Mayor General del Ejército. Es enviado a Europa para perfeccionarse en los Cuerpos Especiales del Ejército Alemán. Regresa con muchos conocimientos y se lo destina como jefe del Batallón de Ingenieros de Azul.
En 1912 se produce una inflexión, pues es nombrado director del Servicio Aeronáutico del Ejército. Impulsa la aviación civil, creando aeroclubes y el Grupo I de Aviación Civil.
Ocurre un imponderable. Ante la necesidad de compra de combustible, Mosconi envía la orden de compra a Wico, pero el gerente de la compañía le responde que le entregaría la nafta de aviación si antes enviaba el cheque. Y Mosconi se preguntó: de qué vale tener un ejército organizado si se carece de soberanía para usar recursos que provienen del propio país.
En octubre de 1922 es designado director general de YPF, empresa que recibió en formación y que al renunciar –en 1930- era la más importante en su género en América Latina. Al asumir Mosconi la empresa era deficitaria. En 1925 inaugura la destilería en La Plata y en 1930 produce 900 mil metros cúbicos de petróleo.
Mosconi comprendió la importancia del enfrentamiento con los trusts petroleros internacionales, que era un acto de liberación económica, de ejercicio efectivo de la soberanía. Deja claro que la explotación petrolera argentina abarca todo el proceso de esa industria: extracción, almacenamiento, destilación, transporte y venta.
Mosconi piensa que las empresas estratégicas deben ser mixtas, con 51% de capital del Estado y 49% de capital privado nacional, deben tener un presidente y dos directores, nombrados por el Poder Ejecutivo con acuerdo del Senado y los accionistas. Con este esquema, Mosconi quiere resistir las presiones de los monopolios y alcanzar interesantes beneficios para la empresa nacional.
Al producirse el golpe de Estado cívico-militar del 6 de septiembre de 1930 que derroca al presidente constitucional y democrático, don Hipólito Yrigoyen, el General Mosconi se declara leal al gobierno. Esta decisión se funda en las profundas convicciones democráticas y además, porque el caudillo radical levanta decididamente la bandera de la nacionalización del petróleo. Espera sólo la orden de sofocar la rebelión, con varios jefes de los altos mandos, pero la decisión no llega y el gobierno se derrumba. Inmediatamente, es detenido y luego, en 1933, lo pasan a retiro.
La vida de este patriota se apagó el 4 de junio de 1940, murió en su casa, la que había adquirido con un crédito hipotecario, faltándole pagar aún varias cuotas (igualito a los radicales que hoy conforman Cambiemos, a favor del capital transnacional y apropiándose de todos los bienes que puedan, sobre todos los de capital estatal. ¡Sátrapas!!!).
Mosconi es sinónimo de la defensa de los recursos naturales, especialmente del petróleo y su lucha y trayectoria no han recibido aún los merecimientos que corresponden.