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Channel: PROFESOR DANIEL ALBERTO CHIARENZA
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27 DE MAYO DE 1960: ESTADOS UNIDOS SUSPENDE SU AYUDA A CUBA Y COMIENZA EL BLOQUEO.

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Metáfora caricaturesca perfecta del injusto bloqueo y embargo a Cuba, desde hace más de medio siglo, por parte del Imperio Yanqui.

El 1 de enero de 1959, el dictador de Cuba Fulgencio Batista huyó de la Isla. Ese  mismo día, el “Che” Guevara y Camilo Cienfuegos entraban en La Habana. Fidel Castro llegaría a La Habana el 8 de enero. Allí recordó al pueblo que “la peor parte de la revolución contra Machado fue la de después […]”.

Fidel Castro y otros revolucionarios entran en forma triunfal a La Habana.
 
Entre la multitud de personas que aclamaban a Fidel había liberales, obreros, campesinos, estudiantes, intelectuales. Esos días se vivieron en un clima de fiesta revolucionaria: un desbordamiento de la libertad, el sentimiento de que comenzaba una nueva era. Algo que se vería después en mayo de 1968 en París y en abril de 1973 en Portugal. Siempre había durado poco: pero Cuba escapó a esa regla que parecía más europea que latinoamericana.

La inmensa alegría que significó para los cubanos el triunfo de la Revolución. Decían: "El estilo alegre de una joven Revolución".
 
Castro era recibido con entusiasmo incluso por los Estados Unidos de Eisenhower, por las fuerzas católicas –que resaltaban siempre que Fidel había hecho la revolución llevando al cuello una medalla de la Virgen- y por los países latinoamericanos –que pensaban que liberarse de una tiranía militar y del colonialismo imperialista era ya posible-, se inició una nueva etapa de la revolución: la de radicalización de la misma a pesar de los enemigos internos y externos.

Ahora al simbolismo y al fetiche de la Revolución había que darle un auténtico significado revolucionario.

Había que ser durísimo con los elementos del “batistato” para que nunca más pudiera resurgir una dictadura en Cuba. Era una de las maneras de crear las condiciones para la implantación de un nuevo sistema económico y social, que de todos modos no hubo sorpresas, porque eso fue lo prometido desde el desembarco del Granma; y llevarse adelante las nacionalizaciones de las propiedades extranjeras (la inmensa mayoría pertenecía a los Estados Unidos, y esto lo explicaría todo, aún lo de la saña contrarrevolucionaria). Castro inauguraba un nuevo socialismo de carácter nacional y popular; otros grupos que participaron de la revolución demostraron enseguida su carácter reaccionario y dependiente social o políticamente. Algunos colabores de un comienzo, que expresaron dudas porque pensaban en un sistema democrático-burgués, debieron necesariamente ser eliminados o apartados del proceso revolucionario, como los yuyos malos que suelen invadir las praderas bien elaboradas por manos de hombres nuevos, libres y buenos. Ciento cincuenta hombres de Batista fueron juzgados, condenados a muerte y ejecutados en el Palacio de Deportes de La Habana.

Una de las más emblemáticas nacionalizaciones fue la de Cubana de Electricidad.
 
Una oleada de exiliados huía a Miami… Inmediatamente, Estados Unidos tomó represalias por las nacionalizaciones y ordenó el bloqueo económico, amenazando con aislar a las nuevas autoridades cubanas. En cambio, la URSS ofreció su ayuda, y el partido comunista cubano -que enseguida se diferenció del soviético adquiriendo una autonomía latinoamericanista- ocupó puestos en el gobierno y en las fuerzas armadas.

Algo de humor inteligente sobre el bloqueo. Las ideas no se bloquean ni se embargan.
 
La revolución se ve obligada a pasar a la ofensiva. Sartre, que está en Cuba, describe los hechos: “Vi a Fidel Castro en la tribuna y al pueblo de pie frente a él; Castro habló, la tarde cayó sobre aquellos rostros sombríos, luego vino la noche. La agresión, quienquiera que haya sido su autor, provocaba ese choque: el discurso de Castro, la asamblea de ciudadanos. Para adaptarse al ataque enemigo el jefe del gobierno tenía que exigir más aún del pueblo y, del golpe, confiar aún más en él: reclamaba una unidad indisoluble y, justamente, el acto criminal de la víspera los unía en la cólera y en la movilización de todos los corajes. Si, dos días antes, quedaba aún en el fondo de las almas un poco de pereza, un deseo de reposo, de abandono perezoso, un optimismo cómodo, el atentado barría con todas esas ideas cobardes: había que luchar contra un enemigo implacable, había que vencer. 

Fidel concientizando sobre la importancia de la unidad entre el pueblo y la dirigencia revolucionaria.
 
Castro se identificaba con el pueblo, su única fuerza; el pueblo manifestaba al mismo tiempo su aprobación y su intransigencia: el agresor había tenida la iniciativa, pero el contragolpe provocado por su torpeza había sido la radicalización del pueblo por medio de sus jefes y de los jefes por medio de su pueblo, es decir, las clases menos favorecidas […]”.



Ilustración Musical

CUARENTENA - CARLOS PUEBLA.



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