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Channel: PROFESOR DANIEL ALBERTO CHIARENZA
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21 DE AGOSTO DE 2010: MUERE EL ESCRITOR Y SOCIÓLOGO ARGENTINO RODOLFO FOGWILL.

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Rodolfo Fogwill. El sociólogo, el escritor, el transgresor...
Sociólogo egresado de la UBA, iracundo, publicista, novelista, poeta, terminó firmando sólo con el apellido –“como Sócrates”– y provocando hasta el final. Una complicación pulmonar debido al exceso de tabaco le marcó el final.

Fogwill: sociólogo, iracundo, publicista, novelista y poeta.
Fue su última “provocación”. Fogwill moría a los 69 años. El escritor de ojos desorbitados –la mirada de un loco– fue para la literatura argentina lo que Maradona es al fútbol y Charly García al rock.
Pasó mucha droga por él; caracterizándolo como lenguaraz, de gestualidad excéntrica. Los doce gramos de cocaína con los que escribió Los pichiciegos –su gran novela– en que apuró al tiempo; en medio de la guerra de Malvinas, quería terminarla antes de la llegada del Papa a Buenos Aires. Proclamó a los cuatro vientos, que era un macho que buscaba medirse con cualquier contrincante: “El único que puede hacer parar una pija en la literatura soy yo”. Aguijoneaba con su obra –pero además con sus fisuras, derrapes y contradicciones-. Este hombre fue la mistura de media docena de autores, distintos entre sí –lo definió Elvio Gandolfo–; había nacido en Buenos Aires en 1941 como Rodolfo Enrique Fogwill. “El maestro del arte de la elipsis”, lo llamó Borges –a quien le leyeron un cuento de Fogwill, pero salteando las partes más fuertes–, siempre recordaba que el autor de El Aleph lo había definido como el hombre que más sabe de cigarrillos y automóviles. “Yo me puse contentísimo... pero tarado –le dijo Enrique Pezzoni–, ‘quiso decir que no sos un escritor’”.

"Los pichiciegos", la que algunos críticos califican como su gran novela. La escribió en tres días.
Docente en la Universidad de Buenos Aires, tras el golpe militar de Onganía en 1966 fue expulsado por “comunista”. Y contaba que para un trotskista lo peor que le podía pasar era ser confundido con un comunista. De los coqueteos con la Cuarta Internacional pasó a ser “investigador de mercados”. Llegó a tener “la agencia más grande de América latina”. Hizo fortunas, pero lo perdió todo.
Entre las campañas publicitarias de su inconfundible cuño está la de los cigarrillos Jockey: “Suaves pero con sabor, el equilibrio justo”. A Fogwill se le ocurrió “el sabor del encuentro”, pero no era para la cerveza Quilmes, sino para una tabacalera, y trabajó para Dupont, Esso, Nobleza Piccardo, etc. En 1980 su cuento “Muchacha punk” ganó un premio literario. “Para escribir hay que ser un gran mentiroso”, dijo el escritor cuando publicó el libro de poemas Últimos movimientos (Paradiso), en 2005. “En mis libros hay un noventa y nueve por ciento de mentiras. Eso es la literatura, por suerte. Me siento muy frustrado porque para estar bien hay que tener la cabeza libre durante un día entero. Descubrí tiempos verbales que son solamente argentinos, los inventé yo. Se llama condicional imposible, como el pagariola. No existe en ningún idioma”, subrayaba el autor de los poemarios: El efecto de realidad (1979), Las horas de citas (1980), Partes del todo (1990), Lo dado (2001) y Canción de paz (2003); de libros de cuentos como Música japonesa (1982), Ejércitos imaginarios (1983) y Restos diurnos (1993); y de las novelas Vivir afuera (1998) y En otro orden de cosas (2002).

Los pichiciegos, reeditada varias veces, es una novela excepcional que contribuyó a aceitar las piezas del mito. Edificó esa mitología “maldita” en parte a través de una postura contra la academia. Pero fue un escritor estudiado y ponderado no sólo en el ámbito universitario, sino también entre narradores. “Las boludas que están en la Facultad de Letras dan clases para chicos tontos; que escriban o den dos clases teóricas sobre Fogwill no es llegar a la academia. Porque Puán no es la academia... es lacamierda”, afirmaba el hombre que manejaba el arte de la injuria. Fogwill intentaba fundamentar, más allá de la diatriba. “Mi rechazo es estético: no censuro lo que hacen, censuro lo que se hacen. Se hacen pelota, son unos idiotas; quieren la ayudantía, la jefatura, la beca y después quieren ser vitalicios de la facultad, todos sin excepción”.

Una de las últimas "locuras" literarias de Fogwill.
El año pasado publicó sus Cuentos completos (Alfaguara), aquellos que quería que fueran sus relatos definitivos.


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