Vemos a los doctores Honorio Pueyrredon, Ricardo Rojas y Emilio Ravignani, oradores durante esta la manifestacion radical que terminaría en declarar el abstencionismo en octubre de 1931.
Los informes que mandan a la convención los comités provinciales son favorables a la concurrencia con cualquier candidato. Estanislao López, desde Santa Fe “tiene el firme propósito de concurrir a los comicios a pesar de las dificultades”; en San Juan dicen que no solamente “el partido no es molestado”, sino “la policía le dispensa toda clase de facilidades”, sin duda para molestar a los cantonistasque trabajan por la candidatura de Justo. Algunos convencionales de Buenos Aires piden que se convoque a la convención provincial para que modifique la objetada fórmula Pueyrredón-Guido pidiéndoles patrióticamente que renuncien a postularse nuevamente.
La fórmula Pueyrredón-Guido, a quienes no le habían reconocido el triunfo en la elección para gobernador y vive de la provincia de Buenos Aires, en un experimento de abril de 1931.
La fórmula Pueyrredón-Guido, a quienes no le habían reconocido el triunfo en la elección para gobernador y vive de la provincia de Buenos Aires, en un experimento de abril de 1931.
Pero el belicismo propio de recientes conversos, como Ricardo Rojas y Adolfo Güemes, inspira a la mesa de la convención. Una última gestión ante la Alianza demoprogresista socialista para que rectifique su propósito de no acompañarlos en la abstención, fracasa. No importa. La declararán solos, porque “el radicalismo es el único partido nacionalista de índole popular”. Rojas y Benjamín Zorrilla gestionaron en nombre del radicalismo la adhesión de la Alianza Civil a una posible abstención electoral. No la consiguieron. Por su negativa la convención radical aprobó, el 14, “denunciar ante la opinión pública la actitud de los partidos de esencia democrática que no se solidarizaban con el derecho vejado”.
Ricardo Rojas, de restaurador nacionalista, devenido en radical.
Se aprueba la abstención con un manifiesto de combate con el título “Comicio cerrado”, donde se adivina la pluma de Ricardo Rojas: Protesta por la frase “el partido que ustedes dicen respetar” de la respuesta de Pico, porque han cumplido los recaudos exigidos por los decretos del gobierno; sus libros están visados por la justicia, y las autoridades fueron elegidas por los afiliados. Niega los propósitos de contrarrevolución por cualquier medio“lo que sería absurdo en quienes estaban bregando con paciencia patriótica por concurrir a comicios legales”.
Marcelo T. de Alvear en una arenga y al lado Amadeo Sabattini.
Entrando en la materia, acusan al “gobierno surgido de la conspiración de septiembre […], que arrinconado por la fuerza civil del radicalismo rehúye el combate en el terreno de la razón pública”; lo acusan por dar razones absurdas como que los traspasos de Yrigoyen a Alvear y de Alvear a Yrigoyen “violarían el sistema republicano y democrático […]. Nada es peor que dos generales llegando juntos en automóvil a la Casa de Rosada en un momento de acefalía, y que después de posesionarse el uno del gobierno conquistado sin comicio y sin batalla, un año más tarde al sentirse agotado, entrega al otro general el mando”.
José Félix Uriburu entregaría las insignias mal habidas del mando a su camarada Agustín P. Justo el 20 de febrero de 1932.

Entiende que “todo agravio al radicalismo es un agravio contra la Patria”, porque “el espíritu del radicalismo es el espíritu de Mayo y de la asamblea constituyente del 53”.
“Las líneas están tendidas en contra de la reacción” anuncia con acento de proclama revolucionaria. El radicalismo defenderá la constitución del 53 que “el gobierno de septiembre ha suprimido: hace caso omiso de las leyes, de la municipalidad, de los Estados federados, de la Aduana, de la Universidad, de la prensa, de las cárceles, de la magistratura judicial […]. Dijo que jamás desconocería el sufragio ni anularía los escrutinios de la provincia de Buenos Aires, pero ha desacatado el sufragio popular y anulado los escrutinios de la provincia de Buenos Aires […] Dijo que reajustaría la administración y equilibraría el presupuesto, pero se maneja con duodécimos, se debate en déficits, aumenta los gastos militares y policiales, retarda el pago de las deudas y sueldos, expulsa a empleados que reemplaza con adictos sin que se pueda culpar de su conducta al congreso que no existe, ni a las presiones de la opinión pública ahogada en todas las tribunas”.
“Dijo que venía con propósitos de solidaridad patriótica y que, como después de Caseros, no habría vencedores ni vencidos, pero destierra inhabilita a ciudadanos honorables, encarcela sin proceso, allana domicilios sin orden judicial, prohíbe reuniones y restaura torturas abolidas por la asamblea del año 1813..."Gabinete de José Félix Uriburu aparecido en la revista Caras y Caretas en septiembre de 1930.