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Channel: PROFESOR DANIEL ALBERTO CHIARENZA
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23 DE MARZO DE 1839: NACE EL POLÍTICO CARLOS D’AMICO.

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Carlos D'Amico. Gobernador de la Provincia de Buenos Aires. 

Escritor y crítico antisistémico. Nacional y popular.


Nació en Buenos Aires. Se recibió de abogado en la Universidad de Buenos Aires. Militante alsinista. Periodista en el libelo de Adolfo Alsina. Sus alegatos son brillantes, por ejemplo en el que es “el letrado que consigue la reivindicación de los bienes de Juan Manuel de Rosas”. Mantiene una intensa vida pública, es: secretario del Senado de Buenos Aires, ministro de Gobierno de la provincia de Buenos Aires (1881/83), senador provincial y gobernador de la provincia de Buenos Aires (1884/88).
Como gobernador, fue el continuador de la obra de Dardo Rocha: termina la construcción de La Plata, facilita las comunicaciones a través de la construcción de caminos, mejora la situación del Banco de la Provincia de Buenos Aires y preserva como empresa estatal al Ferrocarril del Oeste, con balances superavitarios, lo que es destruido por el gobernador que lo sucede cuando es privatizado en 1889. Construye escuelas, el Museo, el Observatorio Astronómico y la Biblioteca. Abolición del cepo –medida mucho más acertada que la de Prat Gay-, pero como instrumento de castigo.
D’Amico demuestra capacidad, honestidad y vocación por el progreso del país. La sinceridad de sus juicios le provoca enemistades, a tal punto, que debe abandonar el país.
“Años después, al regresar al país, permaneció alejado de la actividad pública consagrándose a su estudio de abogado e intereses particulares, así como al periodismo y la redacción de algunos libros”.
D’Amico se maneja sin hipocresías y se atreve a volcar sus opiniones en un libro. Allí, este alsinista contumaz, asume una crítica implacable a Mitre y reivindica la necesidad de que la Argentina sea un país autónomo, libre de influencia extranjera, especialmente la de orden económico ejercida por los capitales ingleses.
El título de su obra es “Buenos Aires, sus hombres, su naturaleza, sus costumbres. Observaciones de un viajero desocupado”. Es sintomática como arremete contra Mitre. Sostiene que “sus versos son detestables” y que tenía razón Vélez Sarsfield cuando decía que “Mitre era el mejor poeta entre los militares y el mejor militar entre los poetas”. Como historiador “en su historia pareciera que no hubiera pueblo protagonista sino personajes que se mueven como los fantoches… sin que el público vea los hilos que los llevan a la escena… El historiador no escribe para decir solo verdades nimias o amontonar hechos, sino que debe hacer conocer las grandes evoluciones de los pueblos…”
Continúa “en su historia, para Mitre, el partido contrario al que él está afiliado nunca tiene razón y la tiene, aún al cometer los mayores errores, aquel por quien él se ha apasionado”. Como militar, sincera su opinión afirmando que Mitre muy pocas veces ha triunfado en las confrontaciones bélicas, pero que ha sido implacable con los derrotados en Laguna de Cardoso y Villamayor, con más de cien fusilados y es el único jefe que ha sido derrotado por los indios, como en “Sierra Chica”. Triunfó en Pavón sólo porque Urquiza se retiró del campo de batalla. Y luego del desastre que le infringieron en el Paraguay, Mitre fue derrotado con fuerzas muy inferiores en La Verde. Durante la presidencia de don Bartolo: “No hubo un solo día en los seis larguísimos años de ese gobierno que en algún punto de la República o en toda ella, no estuviera decretado el estado de sitio… Mitre gobernó despóticamente, suprimiendo todas las libertades… Cuando no era la Guerra del Paraguay, eran las guerras civiles que hacían derramar a torrentes la sangre argentina”. Por si fuera poco lo juzga, con razón, a Mitre como “mentalidad retardada”. Sus adjetivaciones no son el producto de un rencor personal o el exceso de un alsinista exacerbado contra el jefe de la oligarquía porteña. D’Amico nos alecciona diciendo que sus críticas no obedecen a cuestiones personales que sólo expone la situación lamentable de la Argentina a causa de la política de Macri… ¡perdón! de Mitre.
D’Amico transcurre sus últimos veinte años replegado en su vida privada, falleciendo el 18 de agosto de 1917. Deja una crítica ilevantable contra el jefe de la oligarquía y deja también una advertencia sobre el futuro de una Argentina semicolonial, atada a la expoliación de la división internacional del trabajo. Pero eso le ha costado un alto precio: el silenciamiento, la condición de “olvidado”.

 

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