Antonio Gramsci, siendo muy joven fue apoyado en su pensamiento
por V. I. Lenin.
En L´Ordine Nuovo aparecen sus principales escritos juveniles consejistas. La revista se hace famosa. En el segundo congreso de la Internacional Comunista celebrado en Moscú el 30 de julio de 1920 Lenin palanteará que: "debemos decir a los camaradas italianos que lo que corresponde a la orientación de los militantes de L´Ordine Nuovo y no la de la actual mayoría de los dirigentes del PS". Frente a este apoyo de Lenín, el 21 de agosto de 1920 Gramsci escribirá en L´Ordine Nuovo: "nos causa un gran placer saber que el juicio de los 'cuatro alocados' de Turín ha sido aprobado por la más alta autoridad del movimiento obrero internacional".
En septiembre de 1920 Gramsci participa en la ocupación de las fábricas y allí subraya la necesidad de crear una defensa militar obrera ya que, sostien, "la ocupación pura y simple de las fábricas no resuelve el problema del poder".
En enero de 1921, tras la finalización del período que se extiende entre la insurrección de agosto de 1917 y la derrota de la huelga general de abril de 1920, Amadeo Bordiga (que dirigía el periódico Il Soviet [El Soviet], Antonio Gramsci, U. Terracini, P. Togliatti, R. Grieco y otros se separan del PSi y fundan el Partido Comunista de Italia (PCI). Su primer gran dirigente fue Bordiga, no Gramsci, como habitualmente se sostiene (quien sin embargo era miembro del comité central).
El balance de la derrota del bienio rojo -los dos años de rebelión obrera y predominio del consejismo en Italia- divide las aguas. La principal conclusión que extrae Gramsci es que los obreros insurrectos del norte industrial no lograron construir la hegemonía sobre los campesinos del sur. Los trabajadores urbanos quedaron aislados. Por eso perdieron.
Gramsci atribuye la responsabilidad ideológica de ese fracaso al economicismo -acompañado de positivismo y de culto de las ciencias naturales- predominante en la tradición socialista italiana. Al reducir la perspectiva política socialista únicamente al nivel de reivindicaciones económicas, la ideología economicista impide a los trabajadores ir más allá de los reclamos inmediatos del mundo fabril.
No es ésta la única vez que Gramsci cuestiona las limitaciones economicistas del socialismo. Más tarde, en sus Cuadernos de la cárcel, extiende esa crítica a la ideología oficial consolidada en la URSS tras la muerte de Lenin (1924). Esa visión política oficial, autodenominada "marxismo ortodoxo", impedía dar una batalla ideológica y cultural por la hegemonía socialista. Por eso Gramsci, aunque intenta explicarla históricamente, la somete a crítica.
A partir de la crítica y de ese balance de la derrota consejista italiana se produce la ruptura Gramsci-Bordiga, atravesada por los debates internos de la Internacional Comunista. Gramsci cuestiona la conjunción de (a) economicismo político, (b) determinismo económico y (c) materialismo metafísico.
El economicismo (a) es una corriente política que se caracteriza por reducir la ideología socialista al nivel inmediato de la lucha económica, sin dar cuenta de generalización de los valores obreros socialistas al conjunto de la clase trabajadora, los campesinos y sobre todo los intelectuales.
El determinismo (b) constituye la creencia, injustificada según Gramsci, de que la sociedad está regida por regularidades y leyes absolutas, al margen de la lucha de clases. El determinismo cree que el capitalismo se derrumbará solo -por sus contradicciones económicas objetivas- sin necesidad de derrocarlo, sin necesidad de que intervenga un sujeto colectivo que lucha.
El materialismo metafísico (c) es aquella corriente filosófica que privilegia de manera unilateral la regularidad objetiva, privilegiadamente natural, por sobre la actuación práctica y política del sujeto social. Para el materialismo metafísico la historia no juega ningún papel en la explicación de la sociedad.
Según Gramsci, la conjunción de estas tresposiciones erróneas, aunque se esgrimieran desde un supuesto "marxismo ortodoxo", tenía dentro del PCI consecuencias marcadamente negativas. La principal era que de (a), (b) y (c) se derivaba una actitud política pasiva -a la espera de la crisis terminal del capitalismo- que condenaba a la clase trabajadora a perder la iniciativa en la lucha de clases. Por eso Gramsci rompe con Bordiga (además, en este divorcio, influyó el hecho de que Bordiga rechazaba en esos momentos los lineamientos de la Internacional Comunista).
Antonio Gramsci se convierte entonces en el máximo dirigente del PCI. Pero la clase obrera ya había sido derrotada. Luego de avanzar sobre Roma (el 28 de octubre de 1922) el fascismo de Mussolini se consolida en el poder. En esta coyuntura y en consonancia con la perspectiva abierta por Lenin en la Internacional Comunista, la estrategia que para Italia promueve Gramsci es el frente único antifascista y anticapitalista.
Como miembro del PCI en el comité ejecutivo de la Internacional comunista, Gramsci viaja en 1922 a Moscú, donde conocerá a Giulia Schucht, madre de sus dos hijos: Delio y Giulano.
En ese año, a invitación de León Trotsky, Gramsci redacta una nota sobre el futurismo italiano que el dirigente bolchevique publica como apéndice de su libro Literatura y revolución.
Luego de una estancia en Viena, Gramsci regresa a Italia. Allí es elegido diputado en 1924. Para esa época ya había participado en la redacción de varios periódicos e impulsado la creación de otros: Avanti!, La Città Futura, Il Grido del popolo, L´Ordide Nuovo y L´Unitá.
En 1926, poco antes de ser arrestado por los fascistas, envía una carta al comité central del Partido Comunista de la URSS (PCUS) alertando sobre las nefastas consecuencias para la revolución mundial que tendría una lucha fraticida al interior del partido ruso. La carta es retenida por Palmiro Togliatti quien sólo se la muestra a Nicolai Bujarin, pero no la entrega a los destinatarios.