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Channel: PROFESOR DANIEL ALBERTO CHIARENZA
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3 DE JULIO DE 1989: FALLECE LA TRABAJADORA DEL GREMIO DE LA CARNE MARÍA ROLDÁN.

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María Bernabitti nació en San Martín, provincia de Buenos Aires, en 1904; sus padres: Agustín Bernabitti y Josefa Souto se trasladaron con ella a Berisso. Luchadora legendaria del gremio de los trabajadores de la carne allí, en Berisso. Trabajó, desde muy joven, en el frigorífico soportando extenuantes jornadas de 13 horas. En 1930, María se casó con Vicente Roldán, obrero del frigorífico Armour, gran edificio visto desde los suburbios de la calle Nueva York, cuando la niebla del río de la Plata se disipaba.
La mole de los frigoríficos dominaba al paisaje y a la población precaria. En las casas de chapa corrugada habitaba la gente que provenía de Italia, Turquía, Lituania, Checoslovaquia, Polonia. Se misturaba una sangre diferente. Berisso fue un espacio sufrido y convulsionado por hombres y mujeres acostumbrados a la pobreza, pero empujados a la lucha gremial. Así como el caudillo era el sindicato del gaucho –según Arturo Jauretche-, el gremio fue la única arma defensiva del proletariado. Y la población de Berisso, inmigrantes, sabía sobre huelgas y guerrillas urbanas contra los profetas del odio y la sumisión de los pueblos.
El sueldo de Vicente no alcanzaba; María decidió faenar afuera, sin abandonar el cuidado de la casa. Ingresó a las moles propiedad de las meatpackigs (empacadoras de carne) de Chicago, a un intenso laburo sin descanso, donde la patronal exprimía hasta el alma de los trabajadores en provecho propio y sin contemplaciones.
Trabajó desde muy joven, en abrumadoras jornadas de no menos de 13 horas. María atendía su puesto de picar fino, cuchillo veloz cortando la carne de reses y la propia en algún descuido. Tal era el ritmo de “carne limpia en la mesada y el nervio en el otro tacho”. Muchas obreras llegaron a mutilarse en el pasaje de mesada/tacho; más de una resbalándose en la grasa, se rompió las piernas, los brazos. Apuntó María “Las ganas de llevar un peso a la casa, el hambre y la necesidad, obligan a aprender”; ella aprendió en dos días.
Al llegar los años ‘40 se sumó a las huestes sindicales lideradas por Cipriano Reyes, ingresando así a una militancia consecuente en el naciente peronismo, que duraría hasta la muerte. En septiembre de 1945, 36 buques extranjeros llegaron a cargar carne argentina y poner proa a Europa, subrepticiamente. Traían ametralladoras y cañones, y estaban custodiados por aviones y buques de guerra. Seis de esos barcos surcaron el dock central de Berisso. Arribaron a los muelles de Armour y Swift. El sindicato paralizó los embarques. Los míster de los frigoríficos no podían creer que un gremio tuviera tanta fuerza. Hubo enfrentamientos, muertos y heridos. Se aproximaba el 17 de octubre.
María Roldán había conocido las épocas duras del trabajo insalubre, en esa economía primitiva de los años ‘30, donde todo giraba alrededor del frigorífico. Supo de las condiciones de trabajo infrahumanas: “Quienes manejaban cuchillos por un tiempo en secciones como la picada llevaban las marcas de éstos durante el resto de su vida. Tenían los dedos atrofiados y las uñas permanentemente rotas. El contacto con carne fría o semicongelada también contribuía a producir deformaciones en las manos”. María Roldán se refería con frecuencia a la fealdad de sus manos. El trabajo en otras secciones implicaba el uso de productos químicos que causaban desagradables erupciones cutáneas. Desde el punto de vista del atractivo sexual, tal vez “era aún más estigmatizante el olor asociado a la manipulación de la carne”.
Su lealtad a las compañeras y compañeros de trabajo, su conducta intachable e inclusive su coraje –que más de una vez la condujo a portar revólver en la cartera- hicieron de María Roldán una figura mítica en el sindicato, a la cual recurrían afiliados y dirigentes en busca de apoyo y consejo. Su rebeldía y su solidaridad no decayeron en ningún momento en su larga trayectoria de luchadora social.
El historiador británico Daniel James ha publicado una biografía de esta luchadora titulada “Doña María, historia de vida, memoria e identidad política” recuperando, en 300 páginas, su lucha y su ejemplo en defensa de los trabajadores.
María Roldán falleció, en Berisso, aquejada por el cáncer, el 3 de julio de 1989.

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