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Channel: PROFESOR DANIEL ALBERTO CHIARENZA
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11 DE SEPTIEMBRE DE 1852: GOLPE DE ESTADO PORTEÑISTA. SECESIÓN DE BUENOS AIRES.

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Liberales subversivos: La Revolución del 11 de Septiembre de 1852 
y la construcción de la hegemonía porteña.

El entonces sargento mayor y futuro yerno de Justo José de Urquiza, Benjamín Victorica, refirió que el coronel entrerriano Espínola encontró al “periodista-comandante” Bartolomé Mitre durante la batalla de Caseros, refugiado con su batería detrás de un monte y habiéndole preguntado que hacía allí, “el valiente” Mitre le respondió:
“¡Estoy economizando sangre!”. A decir verdad, nos manifiesta el hermano menor del anterior, Julio Victorica, que los éxitos oratorios de Mitre fueron más reales para sus contemporáneos que los militares.
En aquellos famosos debates del 21 y 22 de junio de 1852 en la Legislatura Porteña, los ruidosos aplausos de la barra de la ciudad imperial de Buenos Aires, prefiguraban el golpe de Estado del 11 de septiembre, que para colmo de males los aborrecidos porteños tomarían como fecha emblemática para cambiarle el nombre a una Plaza, una Estación y hasta un Barrio, lo que antes era Miserere se transformó, por los golpistas centralistas y anti-federales, en Once debido a este cavernario acontecimiento.
Esta “revolución” porteñista separaría a la parasitaria Buenos Aires del resto de la República Argentina. La brutal coerción y represión de la ciudad-puerto obligó al gobernador Vicente López y Planes –autor del Himno Nacional Argentino- a presentar su renuncia, salvando así su honor para la posteridad. Después de varios incidentes e interinatos, Urquiza se decidió a intervenir en el caos de la provincia díscola y haciendo valer de su autoridad de Director Provisorio de la Confederación Argentina, asumió el mando en Buenos Aires, que, como hoy, la CABA era una cloaca política; entonces, disolvió la Legislatura sediciosa: mientras tanto se organizaba el Congreso de Santa Fe que daría una Constitución Confederal al país; pero la agitación crecía en Buenos Aires. Fue en esta circunstancia en que Urquiza nacionalizó la Aduana el 28 de agosto, tal como nos lo cuenta Ramón J. Cárcano.
Juan Bautista Alberdi escribe a Urquiza:
“Todo dependerá de la suerte que haya tenido el decreto del 28 de agosto sobre aduanas extranjeras en el interior de los ríos. A mi ver, ese decreto es la llave de todo. Él dará en gran parte a las provincias empeñadas en la obra de la Constitución los medios de ejercer el ascendiente que debió siempre Buenos Aires a la ventaja de la única aduana marítima de nuestra inconmensurable República”.
Sólo la presencia de Urquiza y sus tropas evitaron el estallido contrarrevolucionario de la oligarquía porteña. Pero cuando el 4 de septiembre delega el poder en el general José Miguel Galán y viaja a la ciudad de Santa Fe para participar en el Congreso General Constituyente, la suerte estaba echada o alea jacta est, hubiera dicho el romano Julio César. En la madrugada del 11 de septiembre –mes aciago en la historia argentina, donde hubo un 6, un 7, y un 16 de septiembre- se produce el previsto golpe de Estado. Tropas adictas a los intereses localistas expulsan al general Galán y reconstituyen a la disuelta por reaccionaria Sala de Representantes. Es elegido gobernador-propietario de la provincia don (aunque a él no le gustaba que le dijeran con don) Valentín Alsina. En su gabinete figuraba el coronel Mitre.
Mariano Pelliza evoca la personalidad de Valentín Alsina (sin don):
“Alsina antes que todo era un porteño. Ateniense del Plata, consideraba iletrado a todo el que no pertenecía a la Universidad de Buenos Aires [¡Prat Gay!] y no había cursado latines en los colegios máximos del período colonial. El elemento dirigente, en la paz como en la guerra, a juicio suyo, no podía ser otro que el urbano de la capital. Nada o muy poco concedía a las provincias, sujetas o caudillos irresponsables, formados en la escuela siniestra de la dictadura y dictadores a su turno de pueblos atrasados”.
Inmediatamente de asumir el cargo, Alsina hace dictar una ley por la cual “la provincia de Buenos Aires no reconoce ni reconocerá ningún acto de los diputados de Santa Fe, como emanados de una autoridad nacional convocada e instalada debidamente”.



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