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Channel: PROFESOR DANIEL ALBERTO CHIARENZA
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6 DE ENERO DE 1876: NACIMIENTO DEL ESCRITOR RAFAEL BARRETT.

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Rafael Barrett es particularmente conocido por sus cuentos y sus ensayos de hondo contenido filosófico, exponente de un vitalismo que anticipa de cierta forma el existencialismo. Conocidos son también sus alegatos 
filosófico-políticos a favor del anarquismo.

Rafael Ángel Jorge Julio Barrett nació en Torrelavega, provincia de Santander, España. Estudió en la Escuela de Ingenieros de Madrid y abandonó la carrera antes de graduarse. De temperamento apasionado, “dandy” más que bohemio, se enfrentó con la aristocracia madrileña. Lo inhabilitaron para batirse con quien lo había calumniado, se dirige con un látigo a un circo y acomete contra el duque de Arión, presidente del Tribunal que no le permitió lavar su ofensa. Dilapidó su fortuna en el casino de Montecarlo, decide exiliarse en Buenos Aires.
En 1903 lo encontramos en la capital argentina colaborando con periódicos de la colectividad hispana y en la revista “Ideas” (fundada por Gálvez). Aficionado a la matemática funda la Unión Matemática Argentina, base de la Facultad de Ingeniería.
Permanece allí un año, sobre sus ideas hay un testimonio publicado en Asunción en 1906. Describe con penumbrosos toques góticos el amanecer de la ciudad porteña, “la tristeza infinita de los primeros espectros verdosos, enormes, sin forma, que se pegan a las altas y sombrías fachadas de la avenida de Mayo”, identifica, luego, a los humanos “Chiquillos extenuados, descalzos, medio desnudos, con el hambre y la ciencia de la vida retratados en sus rostros graves, corren sin aliento, cargados de Prensas, corren, débiles bestias espoleadas, a distribuir por la ciudad del egoísmo la palabra hipócrita de la democracia y del progreso, alimentada con anuncios de rematadores. Pasan obreros envejecidos y callosos, la herramienta a la espalda. Son machos fuertes y siniestros, duros a la intemperie y al látigo. Hay en sus ojos un odio tenaz y sarcástico que no se marcha jamás. La mañana se empina poco a poco, y descubre cosas sórdidas y sucias amodorradas en los umbrales, contra el quicio de las puertas. Los mendigos espantan a las ratas y hozan en los montones de inmundicias. Una población harapienta surge del abismo, y vaga y roe al pie de los palacios, unidos los unos a los otros en la larga perspectiva, gigantescos, mudos, cerrados de arriba abajo, inatacables, inaccesibles”.
“Allí están guardados los restos del festín de anoche: la pechuga trufada que deshace su pulpa exquisita en el plato de China, el champaña que abandona su baño polar para hervir relámpagos de oro en el tallado cristal de Bohemia. Allí descansan en nidos de tibios terciopelos las esmeraldas y los diamantes; allí reposa la ociosidad y sueña la lujuria, acariciadas por el hilo de Holanda y las sedas de Oriente y los encajes de Inglaterra; allí se ocultan las delicias y los tesoros todos del mundo. Allí, a un palmo de distancia, palpita la felicidad. Fuera de allí, el horror y la rabia, el desierto y la sed, el miedo y la angustia y el suicidio anónimo”.
Esto es sólo un anticipo de lo que después plasmarían en sus ficciones los escritores de Boedo (por eso Roa Bastos lo va a llamar “contemporáneo a destiempo”). El joven inmigrante español arrojaría este devastador corolario: “¡También América! Sentí la infamia de la especie en mis entrañas. Sentí la ira implacable subir a mis sienes, morder mis brazos. Sentí que la única manera de ser bueno es ser feroz, que el incendio y la matanza son la verdad, que hay que mudar la sangre de los odres podridos. Comprendí, en aquel instante, la grandeza del gesto anarquista, y admiré el júbilo magnífico con que la dinamita atruena y raja el vil hormiguero humano”.
Abelardo Castillo lo califica como “uno de los fundadores de la prosa nacional” y el más talentoso impulsor del ideal libertario en los países del Plata. Había llegado al Paraguay como corresponsal del diario “El Tiempo”, para cubrir la revolución liberal que estalló en agosto de 1904. Se sumó a las fuerzas sublevadas, llegando triunfante a Asunción, donde cumplirá funciones administrativas en la Oficina General de Estadística. Será secretario general del Ferrocarril, pero renunciará en desacuerdo por el maltrato que recibían los trabajadores por parte de la empresa. Fundó el grupo literario “La Colmena” y se vinculó a la Unión Obrera del Paraguay. En 1906, profundamente afincado en tierra guaraní, se casa con Panchita López Maíz, descendiente del mariscal Solano López.
Profundamente admirado por el joven Borges, que desfallece por conseguir un ejemplar de un texto de Barrett: “Mirando vivir”.
A fines de 1909, obligado por el recrudecimiento de su enfermedad, se embarca con destino a la clínica del doctor Quinton en Francia. El tratamiento novedoso, resulta inoperante y fallece en brazos de su tía Susan, lejos de su familia y de sus amigos, el 17 de diciembre de 1910 en el Hotel Regina Forêt de Arcachon.



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