Umberto Eco fue uno de los grandes sabios de nuestra época, uno de los hombres más leídos y a la vez uno de los escritores
con mayor amplitud y alcance.
La familia del escritor y semiólogo italiano confirmó la noticia del deceso al diario La Repubblica. El autor de El nombre de la rosa y Número cero, su última novela, en la que criticó al mal periodismo, la mentira y la manipulación de la historia, había nacido en Alessandria, en Piamonte, el 5 de enero de 1932. “Una vez escribí que el intelectual verdadero no es el que habla a favor de su partido, sino en contra de su partido”, dijo el autor de El péndulo de Foucault en una de sus últimas entrevistas en su casa de Milán, frente al castillo Sforzesco.
Precisamente, su última obra comienza con la creación, por parte de un empresario italiano (que hace pensar en Silvio Berlusconi), de Número cero, un ejemplar de un periódico en pruebas que se desarrolla en 1992. El periódico quiere salir, no para informar, sino como herramienta de poder para chantajear a políticos y rivales, crear noticias falsas y complots [¿el “Clarín” de Magnetto?].
En los pasillos y habitaciones de su casa, Eco poseía más de 35.000 libros ordenados por temas, acompañados de paredes cubiertas por obras de arte. A los 83 años había abierto sus puertas para hablar acerca de Número cero, que ya había sido editada en 35 países.
Fue uno de los semiólogos e intelectuales europeos contemporáneos de mayor prestigio, Eco tenía en su haber títulos simbólicos y exitosos como las novelas El nombre de la rosa (1982), El péndulo de Foucault(1988) y El cementerio de Praga(2010); y ensayos como El problema estético (1956), El signo (1973), Tratado de la semiótica general(1975) y el famoso Apocalípticos e integrados (1964).
Eco aseguró haber escrito su última novela “con ritmo de jazz” [quiso decir con swing] debido a su argumento, mientras consideraba a sus anteriores trabajos literarios como “una sinfonía de Mahler”.
Autor de una obra compuesta por 42 libros de ensayos y siete novelas, Se destacan, entre ellas/os, Apocalípticos e integrados y El nombre de la rosa. Eco fue reconocido tanto en el campo de la ficción como en el de la semiología.
Eco fue el paradigma de un modelo de erudición enciclopédica, que se va extinguiendo, lamentablemente. “La lectura de los periódicos, como decía Hegel, es la oración de la mañana del hombre moderno. Y yo no consigo tomarme mi café de la mañana si no hojeo el diario; pero es un ritual casi afectivo y religioso, porque lo hojeo mirando los titulares, y por ellos me doy cuenta de que casi todo lo había sabido la noche anterior. Como mucho, me leo un editorial o un artículo de opinión. Esta es la crisis del periodismo contemporáneo. ¡Y de aquí no se sale!”. Esto comentaba Umberto Eco un año antes de morir, cuando se publicó la que sería su última novela: Número cero, la trama de la preparación de “Domani”, un diario que entre abril y junio de 1992 nunca saldrá a la calle, pero que condensa las peores prácticas del periodismo de un modo tan brutal que a veces parece una parodia de cabo a rabo. El gran escritor, filósofo y semiólogo italiano, autor de una voluminosa obra: El nombre de la rosa, vendió 50 millones de ejemplares en el mundo desde su publicación en 1980. La causa de su muerte fue un cáncer que lo había mantenido alejado de la vida pública en los últimos meses.
A pesar de la Segunda Guerra Mundial, de las noches que pasó en los refugios, en un sótano oscuro y húmedo desde donde escuchaba las bombas, tuvo una infancia que evocaba como agradable, más allá de que, reconocía, podría haber muerto en esos años. La marca de la educación salesiana que recibió se prolongaría en varias de sus novelas. En 1954 se doctoró en Filosofía en la Universidad de Turín con una tesis que versó sobre El problema estético de Santo Tomás de Aquino, ensayo que publicaría dos años después. Ese interés por la filosofía tomista y la cultura medieval se explicitó en su más famosa novela –llevada al cine- ambientada en el siglo XIV que narra la meticulosa investigación que realizan fray Guillermo de Baskerville y su pupilo Adso de Melk en torno de una serie de crímenes que ocurren en una abadía.