Hugo Chávez y Fidel Castro en 1999
Hugo Chávez –que entonces contaba con 45 años y había fracasado en su intento revolucionario contra Carlos Andrés Pérez en 1992, valiéndole el hecho la cárcel, pero que el sucesor, Rafael Caldera, indultó- exitoso en la creación movimiento bolivariano, finalmente, las urnas lo convirtieron en el jefe de Estado. Proyecta una gran reforma legal, política y económica para transformar a Venezuela. Su objetivo es derrotar a la corrupción endémica.
Hugo Chávez Frias, presidente de Venezuela desde 1999.
Chávez mantuvo con la prensa una conferencia en su despacho del palacio de Miraflores, en Caracas.
El presidente denunció que el ministro de Educación descubrió un nuevo caso de corrupción. Mil millones de bolívares que el gobierno anterior pagó oficialmente en becas de estudio y que nunca llegaron a sus destinatarios.
“Las cosas que vamos descubriendo y seguiremos descubriendo de la inmensa corrupción que aquí había, y sigue habiendo, porque está inserta en una república moribunda […]”.
El periodismo lo increpó: -Usted se ha convertido en el presidente con más poder de la historia de Venezuela y, en general, tanta acumulación de mando suele acabar de forma desastrosa.
-Yo no creo que se esté dando una acumulación de poder en Venezuela. Me siento feliz. Me siento libre de muchos pesos. Cuando vi que se instalaba la Asamblea, sin mi presencia, cuando la Asamblea va a deliberar sin mi presencia, sin que yo esté ahí, me siento más libre, porque yo más bien estoy en un proceso de desconcentración de poder. Vamos en una dirección distinta a la clásica de un caudillo que está acumulando poder. Yo no siento que sea un hombre que está acumulando poder […]. Yo, en eso, soy un poco “gramsciano” (por el filósofo marxista italiano Antonio Gramsci), de un poder que se difumina. Yo no tengo el poder absoluto ni quiero tenerlo. Sería horroroso pensar de esa manera. Yo sí creo que les estamos quitando poder a quienes lo tuvieron concentrado en poquísimas manos durante muchos años. Estuvieron los “cogollos” (las cúpulas de los partidos) que se reunían, aquí, en estas mismas sillas, tres o cuatro personas, y nombraban a todos los jueces, y generalmente no como nosotros, sino tomando whisky, y haciendo otras cosas, aquí, en el palacio mismo. Asaltaron el templo de la patria, mercaderes, y como cuando Cristo, hubo que echarlos a latigazos.
El intelectual marxista italiano Antonio Gramsci, de quien Chávez y sus teóricos bolivarianos tomaron bastantes conceptos basamentales.
-Pero sí tiene el poder de dictar lo que es legal y lo que es legítimo. Por ejemplo, no reconoce el dictamen de la Corte Suprema, que sostiene que la Asamblea Constituyente no tiene derecho a declararse poder máximo del Estado.
-Yo creo que hay una tremenda desviación. Usted está recogiendo una desviación. Quien afirme eso está bien alejado de lo que está ocurriendo en Venezuela. ¿Quién puede decir que un hombre, un hombre como yo..., atribuirme a mí tanto poder? ¿De determinar lo que es legal y lo que es legítimo? Pero, ¡por Dios!, eso es una terrible desviación. Ningún hombre puede tener tanto poder.
- ¿Acepta o no el dictamen de la Corte Suprema?
-Yo estoy respondiendo como yo quiero responderle; no me ponga contra la pared. Estoy creando una reflexión para usted, buscando la verdad, salirles al frente a las terribles simplificaciones. El asunto es mucho más complejo que preguntarle a un hombre: ¿usted reconoce? ¿Y qué importa que reconozca yo o no? Es una realidad de fondo, tratemos de buscar el fondo. No es que un hombre reconozca la legalidad o la legitimidad. Eso son situaciones que se dan. Cuando un proceso en marcha va actuando en función de la necesidad de las mayorías, entonces es legítimo. Un sistema puede nacer legítimo y en el camino puede perder la legitimidad cuando degenera, como degeneró el sistema político venezolano en los últimos 40 años. Entonces, es como si usted me pregunta: ¿reconoce la claridad del sol? No importa que yo la reconozca o no, está el sol en el cielo. El proceso actual es absolutamente legítimo. Estaría ciego quien no pretenda reconocerlo. Ni el presidente de la República, ni el Congreso, ni la Corte Suprema tienen legitimidad para recortarle las alas a una Asamblea que es originaria por ella misma. No hace falta preguntar si el sol está levantado en el horizonte si lo estamos viendo. Eso es una degeneración “leguleyera” la que han tratado de esgrimir.Ilustración Musical
CUANDO SALGA EL SOL - GILBERT BECAUD