Ernesto Baffa, uno de los bandoneonistas más grandes
de todos los tiempos, en una foto relativamente actual.
Su nombre completo es Ernesto Guillermo Baffa, nació en Rosario, provincia de Santa Fe, es bandoneonista y director de grupos de tango. Hijo de un albañil llamado Antonio que había emigrado desde Cosenza, Italia.
El primer bandoneonista, al lado de Aníbal Troilo -de pie-, es Ernesto Baffa.
El primer bandoneonista, al lado de Aníbal Troilo -de pie-, es Ernesto Baffa.
Desde niño realizó estudios musicales con Francisco Sesta y de bandoneón con Marcos Madrigal, debutó en 1948 en la fila de bandoneones de la orquesta de Héctor Stamponi. Luego pasó por las agrupaciones de Alberto Mancione, Alfredo Gobbi, Pedro Laurenz y Alberto Marino. Su salto a la notoriedad tanguística se produce en 1953, cuando Horacio Salgán lo convoca como el primer atril de su orquesta –sustituyendo como primer bandoneón a Leopoldo Federico-, en la que permanecería hasta la disolución del grupo en 1959. Son emblemáticos algunos solos que ejecutara con dicha agrupación: “Responso”, “Entre tango y tango” y la milonga “Homenaje”.
De allí pasó -también como bandoneón solista- a la orquesta de Aníbal Troilo en la que permaneció casi 15 años. Las crónicas cuentan que el diálogo de convocatoria pudo haber sido así: “Hola, habla Pichuco ¡nene!... estoy en el Marabú, venite para acá que vas a empezar con la orquesta”. “Yo volé, volé, -recuerda Ernesto- y a los diez días empecé con Aníbal Troilo”.
A la diestra de Pichuco Todopoderoso,
nada menos que el maestro Baffa.
Aquel llamado que recibió en la casa de su madre, doña Rosario, allá por 1959, todavía lo emociona. Una vez El Gordo lo había confundido con Leopoldo Federico cuando Baffa tocaba en la formación de Horacio Salgán, justamente reemplazando –como se dijo- a Leopoldo. Después del malentendido, en una de las mesas del boliche cordobés El Patio de la Morocha, Pichuco le había propuesto irse con él. “¡El sueño de mi vida!” –dice- y la alegría lo invade como cuando con los pantalones cortos todavía, recién llegado de Rosario, se trepaba al alambrado del “Club Flores Que Surgen”, en su Floresta de adopción, para escuchar y ver a su bandoneón admirado. Aún hoy, apenas abre la puerta de su corazón, Troilo aparece.
Un Baffa joven, Gordito y sonriente, así lo vi yo
en la cancha de Independiente.
Troilo, debido a sus problemas de salud, fue dejando paulatinamente la ejecución para ceñirse sólo a la dirección; entonces Baffa ocupó el sitio del maestro tanto en discos como en actuaciones públicas, sin que se advirtiera el cambio ni hubiese un descenso de calidad musical en las interpretaciones de la orquesta.
En 1965 formó con el entonces pianista de Pichuco, Osvaldo Berlingieri, un terceto convertido luego en orquesta, con el que registró numerosas placas, veinticuatro de ellas acompañando al Polaco Roberto Goyeneche. Separado en 1968 de la orquesta de Troilo, continuó su obra junto a Berlingieri y en 1970 formó su propio cuarteto con José Colángelo en piano, Ubaldo De Lío en guitarra y Rafael del Bagno en contrabajo. En los últimos años se los ha reconocido como a uno de los grandes fueyes de la historia del tango, con un tono y un estilo auténticamente propios, fácilmente identificables, así como a uno de los mayores intérpretes de la línea troileana.
Como compositor su obra es extensa. Destacamos algunos temas: “Calavereando”; “Con punto y coma”; “Pa’ la guardia”, en colaboración con Antonio Scelza; “Porteñero” y “Chumbicha”, con Raúl Garello; “Trasnoche de ilusión”, también con este y su hermano Rubén Garello en los versos; “Tu amor y tu olvido”, con Roberto Pérez Prechi y letra de Ángel Di Rosa; “Bardiana”, con Enrique Munné; “Un tango para Bochini”, con Roberto Vallejos; “Al amigo Daniel Scioli”, con Daniel Lomuto; “B.B.” y el exquisito “Par de dos”, ambos con Berlingieri.
En 1992 fue declarado “Ciudadano ilustre de la Ciudad de Buenos Aires” por la legislatura porteña. Además, integra la Selección Nacional del Tango y, al frente de su Ernesto Baffa Trío, nos sigue deleitando en el Café Homero.
Refiriéndose a su pasión por el fueye Ernesto dice: “Es muy difícil este bicho (por el instrumento) y uno no se puede dejar estar” –asevera-, y hasta convoca a su mujer como testigo de que estudia todos los días. Después brinda, en un alarde de virtuosismo, una interpretación del “Ave María” de Franz Schubert. Luego testimonió su pasión por el Rojo de Avellaneda.
Ilustración Musical
FORO ARGENTINO DE CULTURA URBANA - ERNESTO BAFFA