Para aquellos/as que critican la actitud de la presidenta de los 40 millones de argentinos/as, antes de ayer (25 de mayo), en el acto más multitudinario en la historia de la Plaza de Mayo, por no haber evocado los sucesos de Mayo de 1810 les recomiendo: 1º) Como dijo el compañero Aníbal Fernández, a vuelta de correo, enviarles el Manual del Alumno Bonaerense y 2º) ¿Para qué me tiene a mí,
la conductora Cristina Fernández de Kirchner?
Este 25 de Mayo de 2015 la Plaza más emblemática de todo el Pueblo se cubrió de festejos y se colmó de gente emocionada que disfrutó durante todo el día.
El primer acto político de la Junta Provisional Gubernativa de la Capital de Buenos Aires (se usa indistintamente este nombre y el de Junta Provisional Gubernativa de las Provincias del Río de la Plata a nombre del Sr. D. Fernando VII) fue notificar el 27 de mayo a los municipios y autoridades de su jurisdicción, en un documento redactado por Mariano Moreno, su instalación y propósito de mantenerse independiente de lo que ocurría en España (“es de esperar que si llega el desgraciado momento de saberse sin duda alguna la pérdida absoluta de la península, se halle el distrito del virreinato de Buenos Aires sin los graves embarazos que por la incertidumbre y falta de legítima representación del soberano en España la pusieron en desventaja”). Anuncia un Congreso General del virreinato –de acuerdo con lo decidido en el Cabildo Abierto del 22 de mayo, para aprobar o no lo actuado por el Cabildo de Buenos Aires- y el envío de una expedición de 500 hombres “con el fin de proporcionar auxilios militares… por si se teme que no se harían libre y honradamente las elecciones de los vocales diputados”; indica que éstos deben elegirse por “la parte principal y sana del vecindario” y promete “que los diputados han de irse incorporando a esta Junta conforme y por el orden de su llegada a la capital para que así se hagan parte de la confianza pública… imponiéndose de los graves asuntos que tocan al gobierno”. Esta última cláusula -rasgo de inexperiencia diría Moreno- fue sugerida por Juan Larrea para apresurar la elección de los diputados.
Mariano Moreno es quien escribe la Circular del 27 de Mayo, con algunos párrafos sugeridos por Juan Larrea.
Los municipios se pronunciaron en forma diversa. Desconocieron: la Junta de Montevideo, Córdoba y Asunción, y nada dijeron la mayor parte de los ayuntamientos del Alto Perú. La reconocieron, Maldonado (4 de junio), Colonia (5), Concepción del Uruguay (8), Santa Fe (12), San Luis (14), Salta (16), los pueblos de Misiones (18), Gualeguay (23), Tarija (25), Tucumán (26), Mendoza (27), Corrientes (3 de julio), San Juan (7), La Rioja (26 de agosto) y Jujuy (4 de septiembre). El 16 de julio se ordenó suspender la elección de diputados de villas (poblaciones menores), pues el Congreso se integraría sólo con diputados de ciudades.
Para ser concretos digamos que una gran parte de los cabildos fue reconociendo al nuevo gobierno. Lo ignoraron –como se dijo- la mayoría de los cabildos del Alto Perú, exceptuando Tarija.
La Primera Junta Provisional Gubernativa convoca a la representación del Interior.
La convocatoria redactada de este modo trajo inconvenientes a la junta, ya que los diputados del interior no estaban compenetrados de las ideas revolucionarias del grupo originario, y por consiguiente podrían trabar su accionar.
La incorporación de los diputados de las ciudades del Interior recién se realizó el 18 de diciembre de 1810, en una sesión donde Moreno expresó abiertamente su oposición a la ampliación de la Junta (que a partir de ese momento se denominaría comúnmente Junta Grande) y renunció a su cargo.
A fines de 1810, con la incorporación de diputados del interior, se formó
la Junta Grande.
Era muy importante vencer las resistencias que ya se estaban declarando en contra de la revolución. El enemigo más cercano estaba situado en Montevideo, y por ello en el Plan de Operaciones se dispuso que había que tratar de sublevar la Banda Oriental en contra del gobernador, que había jurado al Consejo de Regencia, y tomar la plaza (el fuerte y la casa de gobierno) de Montevideo. La única forma de lograrlo era conseguir aliados, y la persona más capaz para dirigir era el Capitán del cuerpo de Blandengues José Gervasio Artigas. Buenos Aires rompió relaciones con el nuevo gobernador de Montevideo, Gaspar de Vigodet, en agosto de 1810, tras fracasar un intento de sublevación.