El general Lanusse pretende imponerle a Perón una fecha
de radicación de su residencia en la Argentina
para poder ser candidato a la presidencia.
Lanusse anuncia la fecha de las elecciones y algunos puntos que, de hecho, reformaban la Constitución. El viejo líder exiliado se manifiesta en contra de la proyectada “reforma constitucional” (“Lanusse se ha metido a reformador, que no es del arma de caballería…”, diría Perón).
El presidente de facto Alejandro Agustín Lanusse fue vilipendiado oralmente por Perón al decirle que "la reforma constitucional no era del arma de caballería", a la que pertenecía militarmente el dictador.
El presidente de facto Alejandro Agustín Lanusse fue vilipendiado oralmente por Perón al decirle que "la reforma constitucional no era del arma de caballería", a la que pertenecía militarmente el dictador.
Y el presidente de facto Lanusse deja ver que estaría dispuesto a autoproscribirse como presidenciable en el caso de que Perón aceptara hacer otro tanto. Pero el jefe del justicialismo sabe que juega con mejores cartas: “Que Lanusse se proscriba como candidato a la presidencia es como si yo me proscribiera al trono de Inglaterra”, dirá con humorismo.
El 25 de junio, en una reunión de dirigentes peronistas se lanza el nombre de Perón como candidato a la presidencia. Por su parte, el gobierno –a través de un plan de Mor Roig- presiona con la posibilidad de suspender las elecciones y convocar a un plebiscito que opte entre una solución acordada o la continuación del régimen militar. Las amenazas no arredran a Perón, que decide poner “contra la pared” a Lanusse. En una entrevista con un periodista italiano, revela que el presidente de facto le envió como emisario a “un tal coronel Vermichelli”. Ya más seriamente, se extiende sobre el tema: “Lanusse dice que no precisa de mi ayuda y me acusa de ser ambiguo y de hacer una política pendular. Seré muy claro: voy a revelar por primera vez algunos hechos inéditos de la política argentina. Desde que Lanusse asumió el poder, ha enviado tres misiones a llamar a la puerta de mi casa en Madrid. La primera vez mandó al coronel Cornicelli, funcionario de la presidencia de la República. Hablamos varias horas y yo dejé bien claro que con Lanusse y sus amigos no había espacio para tratar ni para acordar un programa político o electoral. Lanusse debía limitarse solamente a convocar las elecciones, sin trampas y sin ninguna clase de condicionamientos ni proscripciones. Eso fue lo que dije.
Tapa de Primera Plana donde se da a entender la pulseada no resuelta entre Perón y Lanusse. Dos buenos ajedrecistas, pero uno es un estratega y otro un principiante.
“La segunda misión fue la del actual embajador en Madrid, brigadier Jorge Rojas Silveyra, también él deseoso de entablar negociaciones. Charlamos largamente, pero el resultado fue idéntico.
“La tercera misión la había confiado el general Lanusse a un peronista amigo suyo, Elías Sapag. Le dije que volviera a Buenos Aires e hiciese saber a quiénes le habían enviado que cualquier decisión únicamente correspondía al pueblo argentino”.
La revelación de esos contactos secretos, produce un fuerte impacto en la opinión pública y un intenso desagrado en los núcleos más gorilas de las fuerzas armadas. Lanusse, a la defensiva, se ve obligado a convocar a los comandantes en jefe para ponerlos al tanto de sus gestiones reservadas, y entrega a la prensa las cintas grabadas durante la entrevista de Cornicelli con Perón. Se percibe un clima de inestabilidad y corren rumores golpistas.
La retórica de tapa de "Panorama" parece ser dirigida directamente
a Lanusse y al núcleo duro de las fuerzas armadas.
Lanusse decide retomar la ofensiva: el 7 de julio, aprovechando la cena de camaradería de las fuerzas armadas, anuncia las condiciones que regirán para los candidatos en las próximas elecciones. Deberán “estar presentes en el país antes del 25 de agosto de 1972 y residir permanentemente después de esa fecha, hasta la asunción del poder por parte del nuevo gobierno constitucional”. Y no podrán ser candidatos quienes desempeñen cargos en el actual gobierno con posterioridad a esa fecha. Es una autoproscripción, pero también una proscripción para Perón: por algún motivo, Lanusse está persuadido de que Perón no desea –o no se atreve- regresar. Aunque era previsible que Perón no se aviniera a retornar por imposición del gobierno. En efecto, el jefe justicialista se mostró más bien indiferente ante la exigencia. Recién a fines de agosto –una vez vencido el plazo fijado por Lanusse- se referirá al tema:
Aquí, en este grafitti, la respuesta de la Juventud Peronista al "desafío" de Lanusse.
Aquí, en este grafitti, la respuesta de la Juventud Peronista al "desafío" de Lanusse.
“Cumplir con una exigencia de semejante naturaleza sería, en cierta manera, convalidarla como constitucional cuando es totalmente inconstitucional. Yo hubiera ido a la Argentina el 26 y no el 24, porque no quiero convalidar una medida que es totalmente arbitraria e inconstitucional”.
Lanusse está decididamente exasperado.Ilustración Musical
RETORNO - TRÁNSITO COCOMAROLA